Cuatro pautas para un paisaje sin tiempo. Acero galvanizado y pintura electroestática. 135 x 55 x 40 cm. 2017. Galería El museo, Bogotá Colombia.
La exposición Cuatro pautas para un paisaje sin tempo se desarrolla con base en el tema de las jaulas gigantes que el artista chileno Cristián Salineros ha venido trabajando desde hace unos años. Se trata de una serie de esculturas vivas mediante las cuales se exploran metáforas en torno al desplazamiento, el espacio y los vínculos que se generan con este una vez lo habitamos. Para esto, Salineros usa especímenes de canarios en cautiverio que desde el inicio se suponen como los habitantes naturales de la jaula y que, por lo mismo, tienen la capacidad de dimensionar la forma en la que está pensada la distribución del espacio. Con sus rutas de vuelo, las aves trazan dibujos efímeros que se contienen en él y así generan nuevas maneras de percibirlo.
Cuatro pautas para un paisaje sin tiempo se compone de una jaula grande ubicada en el centro de la sala, habitada por dos canarios de color rojo. Es la presencia de vida dentro de la escultura, el movimiento que generan las aves al recorrer el espacio y su evolución dentro de la dimensión espacio-temporal en la que se enmarca el objeto, precisamente, lo que articula el resto de la muestra.
El centro de la obra es, sin duda, la escultura que emana vida, mientras que la periferia está definida por la presencia de obras que hacen alusión a la memoria, tanto del material como del acontecimiento: esculturas hechas con excremento de ave; huevos fundidos en bronce en los que se develan anomalías producidas al momento de cocerlos en agua, y dibujos sobre acero inoxidable.
Es así como el artista construye un paisaje no- paisaje y un lugar no-lugar, un espacio con características habitables que solo puede ser medido a través de la presencia de los canarios. La naturaleza de la obra nos obliga a prestar especial atención a los detalles: aquellas líneas invisibles que cortan el volumen contenido en la jaula, las dinámicas sociales que emprenden las aves desde el día que toman la escultura viva como su hogar, y los sonidos que trascienden su encierro y rompen con los límites físicos del objeto para evolucionar en el tiempo y, después de todo, materializar su memoria.

Créditos fotográficos: Cristián Salineros F.
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